Todos sabemos que los nombres de las calles de nuestros pueblos corresponden en muchos casos a personas ilustres, que han nacido o vivido en los mismos. En la Mata tal es el caso de las calles Padre Juan de Mariana, Capitán Bermejo, Arquitecto Juan Martín Rodríguez. El presente relato, recopilación de datos bibliográficos, trata sobre el origen del nombre de ésta  ultima calle, por la que casi con seguridad todos hemos pasado en multitud de ocasiones.
En abril del año 2000 con motivo de la polémica ampliación de el Museo del Prado que afectaba al claustro de los Jerónimos, aparecía un articulo de prensa  con el titulo “Prueban que Fray Lorenzo de San Nicolás construyo el Claustro de los Jerónimos”. En dicho articulo se indicaba que  el arquitecto José Sancho Roda y  el  historiador Ángel Luís López habían descubierto en un archivo madrileño, tres siglos después de su construcción, el nombre del autor de dicho claustro. Se trataba de Fray Lorenzo de San Nicolás, que aunque  nacido en  Madrid  en 1595, datos bibliográficos indican que aprendió sus primeras letras en La Mata.

Lorenzo tomó los hábitos a sus diecisiete años en la  Orden de los Agustinos al igual que su padre y dedicó toda su vida a la arquitectura, escribió un libro de gran utilidad para los arquitectos canteros y albañiles de esa época, el cual se publicó en el año 1633 con el titulo “Arte y uso de la arquitectura”. Fue considerado uno de los grandes arquitectos del siglo XVII , siendo autor de numerosas obras arquitectónicas entre las que se encuentran la Capilla Mayor de la actual Basílica de Nuestra Señora del Prado y la iglesia de San Agustín en Talavera, así como muchas iglesias y conventos a lo largo de la geografía española, además del ya citado claustro madrileño de los Jerónimos.
Este ilustre arquitecto era hijo  del también arquitecto  Juan Martín Rodríguez, nacido en La Mata, pueblo de la tierra de Maqueda, arzobispado de Toledo en el año 1565, y el cual da nombre a la calle de nuestro pueblo. Juan Martín   se traslado a Madrid para estudiar arquitectura y allí conoció a María Gerbao, con la que contrajo matrimonio en el año 1589 y tuvo cuatro hijos. Se traslado a Sevilla para trabajar con un buen sueldo, donde comenzó una vida llena de penalidades. Allí sufrió la muerte de tres hijos debido a la peste, y posteriormente la de su mujer, que le marcaron para siempre. Decidió dejar Sevilla huyendo de la peste que reinaba en la misma para volver de nuevo a Madrid. El camino hacia la gran ciudad no fue menos doloroso, sin dinero para alquilar una caballería tuvo que recorrer a pie, junto a su único hijo Lorenzo de seis años, la larga distancia que separan las dos ciudades. En este viaje se encontró siempre las puertas cerradas por viajar desde un lugar con la peste, obligándolos a dormir al descubierto o en algún pajar, y recibiendo la comida que se le ofrecían en la punta de una vara.
Ya en Madrid no tuvo mejor suerte y una hermana suya no le quiso prestar  ayuda y  se dirigió a La Mata donde dejo a su hijo Lorenzo en casa de unos parientes  para que le albergaran y aprendiese a leer y escribir.  El se marcho a la Puebla de Montalbán, donde trabajo cuatro años como oficial. Sin embargo, de nuevo la mala suerte hizo sombra en su vida y fue acusado de un crimen que no cometió y por el que estuvo un año en prisión. Pero el tiempo le dio la razón y finalmente salió de la cárcel libre y sin costas, declarándole inocente y honrado. Tras su libertad regresó a La Mata a buscar a su hijo que ya tenía once años con un único objetivo: volver de nuevo a Madrid.
Esta vez las circunstancias serían distintas y el día 17 de diciembre de 1606, víspera de de la Expectación  de Nuestra señora de la O, tomó el hábito de descalzo agustino que también pidió para su hijo y le fue denegado por su corta edad.  Seguidamente fue trasladado a Jarandilla (Cáceres) a pasar el noviciado y a dirigir y construir la obra del colegio que tiene allí su religión, donde profesó al año siguiente, y continuó trabajando otros cuatro años. En este tiempo su hijo estuvo con él y allí estudió  gramática y otras asignaturas, pero su hijo Lorenzo quería estudiar Arquitectura, su verdadera vocación.
En estos años , Juan  Martín  convertido en fraile, construyó varias obras en conventos de su orden, su primera obra  fue el colegio e Iglesia de Jarandilla,  que le ocupó cinco años. Después construyo la iglesia de la Nava del Rey junto a su hijo, al que fue a buscar a Madrid y encontró adelantado en su profesión, pero muy ajeno a la religión. A los dos años volvieron a Madrid y su hijo Lorenzo tomó el hábito en la misma orden que su padre, a la edad de diecisiete años.
Finalmente Juan Martín, fue a vivir a Toledo donde murió en 1645 a los 80 años de edad. A lo largo de su vida pasó diez años casado, seis viudo y cuarenta como religioso. El año de su muerte según se recoge en el libro primitivo de estado del Convento de Recoletos de Toledo que en el folio 5 dice así “El año 1637 principió la nueva planta de iglesia y casa, que trazó el hermano Fr. Juan de la O, maestro de la religión. Prosiguió esta fabrica maestrándola el dicho hermano Fr. Juan de la O, hasta el año de 1645 a fin de enero, en que Dios nuestro señor se lo llevo para premiarle tantos y tan lucidos trabajos, como hizo en toda la religión para gloria de Dios y crédito de ella”.
Estas dos vidas de padre e hijo son un ejemplo de espiritualidad, lucha y trabajo, que hemos querido relatar para que no quedara en el olvido. Los mateños tenemos el deber de conservar la historia de nuestro pueblo, que es nuestra propia historia, y transmitirla para que otras generaciones la conozcan.

Javier Peinado Fernández
María del Pino Rivera